Los tratamientos habituales para el acné, son tratamientos a base de medicaciones de uso tópico y, en algunos casos, antibióticos orales. El tratamiento más común para el acné facial consiste en la aplicación de potentes productos químicos en la piel. En muchos casos rompiendo las obstrucciones de sebo e introduciendo más oxigeno en los poros por los que proliferan las bacterias anaeróbicas, para así eliminarlas. El peróxido de benzoilo es una de las medicaciones sin receta más populares para tratar el acné facial.
El peróxido de hidrógeno también trabaja de la siguiente forma: gracias a su naturaleza ácida (debida a la presencia de hidrógeno) el compuesto reacciona en contacto con la piel humana produciendo oxígeno. El oxígeno mata a las bacterias y permite que la piel respire tras haber pasado mucho tiempo asfixiada por el sebo que estaba en los poros.
Después del tratamiento, los afectados por el acné tienen que enfrentarse a sus consecuencias: las cicatrices acnéicas. Su aspecto suele ser oscuro y/o en forma de hoyos, creando en la piel un efecto antiestético. Es en este punto cuando los tratamientos tópicos dejan de funcionar y otros tratamientos como el láser tiene que ponerse en marcha.
LA CIRUGÍA LÁSER
La cirugía láser se empezó a usar como un tratamiento novedoso en el año 1996 para eliminar las arrugas y otras imperfecciones. Desde ese momento, la cifra de personas que se han sometido a este procedimiento en todo el mundo no ha dejado de aumentar. A día de hoy, la cirugía láser tiene un gran prestigio en el campo del rejuvenecimiento facial.
Si tenemos en cuenta que la incidencia del acné en adolescentes y adultos también está aumentando, es lógico que cada vez más gente busque eliminar las cicatrices oscuras creadas por el acné, buscando respuestas en la cirugía láser.
Una operación en concreto, que requiere la aplicación de pulsos controlados de láser, es el procedimiento conocido como “resurfacing”. Se trata de restituir la epidermis buscando que la nueva capa de piel aparezca más tersa y las marcas del acné sean menos visibles. Debido a sus beneficios añadidos, este procedimiento pronto se extendió no solo a las cicatrices sino también a otras áreas de la cara.
A día de hoy este tipo de intervención también se usa para eliminar o atenuar toda clase de arrugas, incluidas las famosas “patas de gallo”, así como para tratar la flaccidez cutánea sin necesidad de recurrir a procedimientos quirúrgicos más invasivos.
Aún así, hay que tener en cuenta que este tratamiento no es adecuado para todo tipo de pieles. Las personas con un historial de piel sensible o fotosensibilidad deberían pensárselo antes de pasar por el láser, ya que en estos casos puede provocar periodos de recuperación más largos e irritación cutánea.
Actualizado el 2020-11-09